Publicado por: ViajaMundeando
Etiquetas: VUELTA AL MUNDO, Japon
Tokio es una locura ordenada, mejor dicho, estrictamente ordenada... A uno "le inunda la ignorancia" cuando llega al país del Imperio del Sol Naciente; claro que no vamos a entender toda una civilización milenaria en tres semanas de viaje, así que nos queda la contemplación y dejarnos llevar a través de sus costumbres, gastronomía y ritos ancestrales... Tras el desayuno "occidental" nos dirigimos al barrio de Asakusa para conocer el templo Sensoji, fundado en el año 628 d.c., durante la era Edo (templo más antiguo de la ciudad de Tokio). Las creencias de los japoneses son difíciles de entender para los ojos occidentales. Para nosotros, la forma de como asumen su vida religiosa y sus creencias puede parecernos complicada, ya que sus creencias son muy abiertas a todas las religiones, tolerando así dentro de sus rituales y creencias aspectos que para nosotros parecen contraponerse e indicar contradicciones insalvables. La mayoría de los japoneses practican las dos religiones mayoritarias, el sintoísmo (la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza y la veneración a los antepasados) y el budismo. Hay también una minoría católica y en Okinawa muchas personas creen en el Niraikanai, el reino de los muertos en las profundidades del mar. Después de "darnos los baños espirituales" y pasear por los famosos y cuidados jardines japoneses, nos dirigimos a la calle Nakamise, donde se encuentran numerosas tiendas de productos tradicionales. Seguimos nuestro itinerario por el barrio de Asakusa y llegaba la hora de comer. Como no somos entendidos en la materia gastronómica japonesa, nos aseguramos que los restaurantes ofrezcan los menus, por lo menos con l0s nombres de los platos en inglés o incluso con fotografías. Ayer tocaba témpura de gambas y verduras, miso (sopa de pescado y algas), arroz, noodles y té verde, ¡nos encanta...!. Tras la comida nos dirigimos a la calle Kappabashi, famoso lugar donde venden todo tipo de utensilios de cocina y porcelanas tradicionales, es dificil resistirse para no comprar nada. A la vuelta de nuestro viaje por la isla, nos pasaremos otra vez "para llenar las despensas...". Sobre las 17h, llegamos al Ryokan que teníamos reservado el jacuzzi, descansar un poco y prepararnos para vivir la noche, ya que habíamos quedado en la Torre de Tokio con Javier y Ana, una pareja que conocímos en una ruta cicloturista por Toledo, ¡pero que pequeños es el Mundo!. Nos estrenamos por fin con el sushi... El centro de Tokio por la noche es un hervidero de personas autómatas que van "de allí para acá", una ciudad tremendamente segura donde cada rincón te sorprende por la forma que tenemos los occidentales de entender la vida. Nos vamos para el Tatami, que ya está bien por hoy... Mañana más Tokio. PD: Gracias Raquel Cózar por tus consejos nipones, besos.
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